El pepinillo del diablo es una planta herbácea de tallos, generalmente, rastreros, que pertenece a la familia Cucurbitaceae, a la que pertenecen plantas tan útiles y conocidas por sus frutos como la sandía, la calabaza y el pepino. Su nombre en latín es Ecballium elaterium. Es una planta perenne con una cepa leñosa en su base. Sus hojas son triangular-cordadas, algo carnosas, ásperas y rígidas y con nerviación palmatinervia.
Las flores son unisexuales. Las femeninas son generalmente solitarias, mientras que las masculinas aparecen en racimos o fascículos. Las flores tienen una corola con cinco lóbulos de color crema o pálido amarillento. Esta planta puede ser monoica (flores masculinas y femeninas en el mismo pie de planta; ssp elaterium) o dioica (flores masculinas en un pie de planta y femeninas en otro; ssp dioicum). Según esto se distinguen las dos subespecies, que hibridan fácilmente, aunque no es muy común porque las poblaciones son de pocos ejemplares y aisladas.
La característica más llamativa de esta planta es la forma de dispersión de sus semillas. El fruto es un pepónide que llega a abrirse por un opérculo, por donde sale con gran fuerza la pulpa arrastrando a las semillas gracias a la presión alcanzada en el interior del fruto. La palabra Ecballium, del género, procede del griego y significa lanzar, echar fuera.
Es una planta muy tóxica, pese que ha tenido usos medicinales, pero resulta peligrosa porque es difícil calcular la cantidad adecuada para controlar su toxicidad.
Es propia de la región mediterránea y aparece dispersa por toda la Península en terrenos alterados y bordes de caminos.
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